Los secretos de la longevidad

 

Además de una buena genética, hay diversos factores que intervienen en la longevidad, como ciudar la dieta y hacer ejercicio. Pero lo importante realmente no es vivir más, sino que esos años vayan acompañados de una buena calidad de vida. A parte de un estilo de vida saludable, se deben evitar los factores de riesgo en la medida en que podamos: controlar la diabetes, el colesterol, la hipertensión, las enfermedades vasculares, la obesidad, no fumar o moderar el consumo de alcohol. No debemos olvidar algo que, a pesar de su importancia, a veces no se tiene demasiado presente, que es el desarrollo cerebral y cognitivo. El cerebro es un órgano, y como tal tiene que mantenerse sano y activo. Esto repercutirá en nuestra salud y en nuestro estado de ánimo.

Hasta la fecha, la única medida que se ha comprobado que retrasa el envejecimiento es la restricción de calorías en dieta en un 30-35%, teniendo además ésto efectos muy saludables como el retraso de ciertas enfermedades asociadas a la edad y de mecanismos fisiológicos como es el metabolismo de la glucosa, la atrofia muscular o la eficiencia del sistema inmunitario.

Como decía antes, lo importante no es vivir más sólamente, sino envejecer con éxito, es decir, proporcionar la mayor calidad de vida posible durante los últimos años de vida. Hay factores que propician este hecho como son tener salud, tener actividad social, ser mujer, la capacidad intelectual o la satisfacción personal o vital. Hay una frase que refleja muy bien la importancia de una buena calidad de vida: » vida a los años y no años a la vida».  Al vivir más años, también aumenta la probabilidad de aparición de otro tipo de enfermedades como son las neurológicas, vasculares y el cáncer, de ahí que sea necesario tomar medidas preventivas como las mencionadas anteriormente con el fin de evitar en lo posible este tipo de dolencias.

Existen diferencias en cuanto a esperanza de vida entre el hombre y la mujer. Las mujeres isleñas nacidas en 2005 tienen una esperanza de vida de 83,5 años. En el caso de los hombres ésta es de 77,3. Esta diferencia en la actualidad se da por varios motivos como son el descenso de la fecundidad o la mejora en la atención al parto.

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